En Japón el hanami, el florecimiento de los cerezos, es uno de los instantes más esperados del año, para ellos la corta vida de la bella flor del cerezo representa a la perfección la brevedad de la existencia. En España, con un sentido más pragmático, esperamos la temporada del fruto para convertir la cereza, y la variedad picota, en un acontecimiento gastronómico. Dos formas de ver la vida.
En el arranque del verano en Frutas Charito rendimos culto a la picota, la variedad de cereza originaria del Valle del Jerte, en el norte de Extremadura, que tiene desde hace años la Denominación de Origen Protegida como garantía de la perfección de este rojo fruto, que se cultiva de forma artesanal desde el siglo XVII, cultivadas en el microclima que se crea entre montañas de más de 2.000 metros de altitud, en tierras fértiles, regadas por arroyos de cristalinas aguas y a merced del aire puro que desciende de las cumbres.
Respetando otras cerezas de reconocido prestigio, ninguna alcanza el nivel de aceptación y popularidad que tiene la picota del Valle del Jerte, siendo muy apreciada por su sabor y calidad superior.
Su característica más visual es la carencia de rabito, puesto que éste se queda prendido en el árbol durante la recolección.
Su recolección sigue manteniendo los gestos y pautas de antaño. Cuando alcanzan el grado óptimo de madurez la recogida se realiza a mano, seleccionadas a pie de árbol, depositándolas en cestas de castaño que, aseguran los locales, mantiene la frescura de la cereza.
El calibre de las picotas suele ser algo más pequeño que el resto de las cerezas, pero su carne es más dulce, más crujiente y de un profundo color rojo oscuro. Solo son picotas del Jerte las avaladas por el sello de Denominación, que asegura la autenticidad y el riguroso control de calidad.
Su rol en la gastronomía ha sufrido un importante cambio, de consumirse como una simple fruta, que no es poco, se ha introducido como ingrediente relevante en una infinidad de platos y recetas. Atrás quedó su función exclusiva en postres, ahora se ha incrementando su presencia en todo un amplísimo recetario, cada vez más imaginativo, con propuestas que comienza en
aperitivos, saborizando canapés de foie, en ensaladas sumando su dulce sabor con una variedad de vegetales – con calabacín o en combinación con tomates, ya sea en ensaladas o en salmorejos o gazpachos, jugando con la fuerza del bacalao ahumado-, se redescubre conjugándose con aves, caza y carne de cerdo, y, por supuesto, en espectaculares dulces, tartas y helados.
Las elaboraciones en las que cerezas y picotas participan no parece tener fin, lo que habla del buen comportamiento de este fruto en los fogones.
Imprescindibles de temporada:
Tomate rosa, al que los consumidores se rinden a su sabor y ha ampliado su temporalidad al mismo tiempo que aumentan las explotaciones que se dedican a este tesoro natural.
Perita de San Juan, son tan efímeras como sabrosas. Aproveche su breve paso por el mercado para deleitarse con su carne dura, jugosa, dulce y refrescante.
Melocotón, es su punto álgido, cada vez más aromáticos.
Nectarina, en su punto de maduración y aportando su
Paté de aceitunas de producción ecológica, perfecto para preparar aperitivos, como relleno de empanadas, acompañando a pastas o como base para pizzas mezclado con tomate frito.
Albaricoque Moniquí, la variedad más dulce y con más carne.
Bimi o broccolini, la superverdura, un cruce natural del brocoli y la col china, que se ha posicionado como un potente anticancerígeno, antioxidante y que previene la formación de cataratas, de sabor más dulce y suave y que se puede consumir de mil formas.
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