Los mejillones han sido un producto muy apreciado a través de la historia. Está documentado que los ya los romanos consumían mejillones a gran escala. Los cultivaban recogiéndolos en sus criaderos y luego los llevaban a otros emplazamientos para su reproducción. En la Edad Media, los árabes no los supieron apreciar, pero posteriormente, en época de Felipe II, es conocido que su cocinero, el gallego Martínez Motiño, los preparaba para el monarca.
El mejillón es uno de los mariscos que más abunda en todo el mundo, se le conoce tanto en el hemisferio Norte como en el Sur, donde en algunos países recibe el nombre popular de choro. Sus usos en la gastronomía también son abundantes, ya que se pueden cocinar hervidos, asados, fritos o en vinagretas. En Francia, por ejemplo, los mejillones son el ingrediente principal del plato tradicional Éclade des Moules; en Turquía, los mejillones se sirven con cerveza o raki; en Holanda y Bélgica se los acompaña con patatas fritas; en China, la cocina cantonesa los sirve en un caldo de ajo fermentado con habas negras; en Nueva Zelanda se sirven con una vinagreta picante de chili; en Italia forman parte, entre otros, de un plato típico que se sirve con pasta y otros mariscos, y finalmente, en España se consumen mejillones en multitud de recetas: cocidos al vapor con limón, en escabeche, con tomate, como ingrediente de ensaladas u otros platos, con arroz, a la marinera, a la vinagreta, tapas de mejillones, etc.
Respecto a su composición nutricional, destaca su aporte de proteínas, aunque algo menor que el resto de moluscos, y es un alimento especialmente rico en hierro comparado con muchas carnes y pescados. Puede ser, por tanto, un complemento de la dieta ideal en caso de anemia. De hecho, las grandes posibilidades culinarias son una ventaja; se pueden consumir cocidos al vapor con limón, en escabeche, con tomate o como ingrediente de ensaladas u otros platos.
Una curiosidad que no todo el mundo conoce es que las barbas de los mejillones no son suciedad ni algas ni restos de las cuerdas de las bateas, son parte de su cuerpo. Los mejillones crean y usan estas barbas para agarrarse con firmeza a las rocas, de tal forma que ni la fuerza de las corrientes ni la fuerza de las olas pueden despegarlos. Estas barbas están presentes gran parte de los moluscos bivalvos y son formadas por numerosos filamentos, llamados bisos.
Receta de mejillones a la siciliana
Ingredientes (4 personas):
1 kg de mejillones desbarbados y limpios
1 cebolla picada
1 diente de ajo picado en trocitos muy pequeños
2 cucharadas soperas de concentrado de tomate
200 ml de vino blanco
Cayena molida (al gusto)
Perejil picado
Sal
Lo primero es limpiarlos (si no los hemos comprado ya limpios), tenemos que quitarles las «barbas» y la suciedad que puedan tener pegadas, dejarlos lo más lisos posible.
Los lavamos con agua debajo del grifo y los colocamos en una cazuela. Los tapamos y los ponemos a fuego medio, (sin añadir nada de agua) irán haciéndose al vapor con el agua que van soltando. Sabremos que están listos cuando se hayan abierto.
En otra cazuela o sartén con un poco de aceite salamos la cebolla y la doramos a fuego lento, cuando esté lista, añadimos el ajo y lo dejamos un par de minutos.
A continuación, cuando haya cogido color añadimos el vino blanco.
Dejamos que empiece a cocer a fuego suave y entonces añadimos el concentrado de tomate, echamos cayena al gusto y corregimos de sal.
Cuando el vino se haya evaporado y la salsa se haya espesado añadimos el perejil picado.
Por último, incorporamos los mejillones y mezclamos para que la salsa quede bien repartida. ¡Y listo!
Nota: El concentrado de tomate se utiliza en muchas recetas italianas, pero no es demasiado fácil de encontrar. Si lo preferís podéis utilizar 4 ó 5 tomates pelados y cortados en trocitos e incorporarlos según os cuento en la receta. Tardará algo más en hacerse, pero os quedará muy buena.
Receta de la web ElGatoMarcelo
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